DON MARIANO PRESENTA EN LAS CORTES DE CÁDIZ SU OBRA "DESCRIPCIÓN DE LOS VALLES, PUERTOS Y ENTRADA DE FRANCIA POR EL REINO DE ARAGÓN"

El señor diputado Garoz, como autor de la descripción de los valles, puertos y entrada de Francia por la provincia de Aragón, presentó un ejemplar de ella, que se mandó archivar, y que se hiciese mención en este diario del agrado con que S. M. ha admitido esta obra, en cuya dedicatoria decía lo siguiente:

Señor: La casualidad de dar en mis manos, estando en el valle de Broto y pueblo de Linás, con el encargo de entablar el pie de defensa de su puerto de Tendeñera, la descripción que en el año de 1.586 se hizo de la raya de Francia, incompleta porque para la comunicacion con ella en el transcurso de tres siglos que llevaba hecha, se habían abierto muchos caminos y veredas, y despoblado muchos lugares por la peste de los años de 1.653 y 54, me movió a mejorarla en alivio de mi patria, bien distante de persuadirme a que en la infeliz época en que estaba en un suplicio tan recomendable mérito, podría reconocerse tal, y compensarse esta empresa tan ardua y trabajosa, como expuesta; y en efecto desempeñada aquella comisión, y nombrado comandante del castillo y baterías de Santa Elena de Biescas de Subirón, en el valle de Tena, en que me vi precisado a reconocer aquellos Pirineos, la emprendí, concluí y coloqué en el cajón de sastre de mis críticas o borrones poéticos. Noticioso el vizconde de la Almería, mayor general de aquel ejército, de mis descripciones, me pidió algunas por su ayudante de campo D. Pedro Grimarest, actual gobernador de la plaza de Ceuta, y le remití varias que no desagradaron. En el año de 1.794 me nombró el regimiento habilitado, y este encargo y el desempeño de varias comisiones que para los ejércitos me confió el inspector general, imposibilitaron hacer la de todas las ochenta y dos leguas de raya, como lo deseaban los generales, y me insinuaron al presentarme a ellos en las ciudades de Jaca y Huesca; y ahogada en el océano de mi no interrumpida serie de desgracias, yació sepultada en el olvido conmigo y mis caprichos, hasta que presentando a S.M. y Altezas Reales en la jornada del Escorial de 1.807 algunos en unos prospectos de alegoría, historia, poesía y literatura que había creado, ofrecí también los tres libros de ellos, que se recibieron por D. Manuel Rojas y Cortés , mi digno coodiputado; pero las ocurrencias en aquel sitio desde el 27 de octubre del mismo, la traslación a Aranjuez y entrada de los enemigos impidieron el proyecto. Instalada la junta Central, ofrecí a su presidente, conde de Florida Blanca, erigir un monumento o jeroglífico a la nación que perpetuase su heroicidad, y presentársele, y aceptada la oferta fue preciso pasar a Madrid para concluirle; y creyendo tiempo oportuno de imprimir y publicar algunos escritos, lo verifiqué de éste y otros que deduje de los que componían los tres libros en octubre de 1808, como verá V.M. por el ejemplar que tengo el honor de presentarle, y se acredita por una de las gacetas de aquel tiempo, volví a Aranjuez para ofrecerlos todos a la junta Suprema, y citado por su secretario D. Martín de Garay para el 1º de diciembre de dicho año no fue posible, porque la inesperada novedad del paso por Somosierra de los enemigos hizo saliese la Junta en aquel día, y yo tuve que hacerlo a pie en el mismo hasta Tembleque, desde donde habilitado por un amigo continué hasta mi pueblo de Yébenes, en donde temiendo por la proximidad de la invasión de los enemigos, y vuelto en la última de ellas de los montes de Toledo, adonde me aufugé (huí) hecho un adán, y convertido en pobre con mi dilatada familia, los deduje de allí, como el único caudal que dejaron en ellas, y puse en otro sitio hasta emprender mi viaje a Sevilla, que verifiqué a pocos días; y entregados al referido D. Martín de Garay, los presentó a S.M., quien después de ver la del jeroglífico de la nación, mandó pasarla a la sección de Gracia y Justicia, que la componían los señores arzobispo de Laodicea, Hermida, Jovellanos, Caro y Riquelme, de los que mereció particular aprobación y elogio; y creyendo necesaria la reimpresion de ésta, lo insinué a algunos vocales, que viendo más distante que yo la salida de los enemigos lo juzgaron inútil. Con el objeto de abrir la subscripción y lámina de aquel monumento, que aumentado con la reunión de las Américas, ulteriores victorias, y otras ideas premeditadas, luego que me alivié de mis achaques, consagré a la patria, como ofrecí a V.M. en la Isla de León, me alargué a esta plaza en 1809, y estimulado de algunas y de las ocurrencias de aquellos días, escribí y publiqué en ella los elogios a Jorge III, y responso por Napoleón y su escuadra; y traté de reimprimir esta descripción y otros folletos, como acredita la licencia que para ello tiene en su portada del juez de las imprentas que las daba, fecha en 14 de abril de dicho año; pero mi situación, el costo de las prensas, y las clandestinas reimpresiones que en muchas partes se hacían, y que en dicha Isla pedí a V.M. prohibiese severamente, declarando la propiedad de los autores como propio patrimonio que tan justa como sabiamente ha decretado, impidió mucha parte de la venta, y con este ejemplar omití hacerlo, volviendo a enterrarlos en su ordinario andante sarcófago de mi maleta, hasta que el tiempo manifestase, que si no eran tan necesarios como creíamos muchos, a lo menos eran oportunos a la situación, sin cuya circunstancia desmerecen las determinaciones más justas: he aquí, Señor, en extracto, por no molestar más la atención de V. M., la historia de parte del tropel de acaecimientos que la han abrumado, y que he creido preciso poner en su atención con la veracidad de mi carácter; es, pues, en mi concepto, llegado este caso, por las rápidas victorias de nuestras armas, y necesidad de guarnecer los Pirineos; y creyendo que para alcanzarlo sólo a mi amada patria por quien emprendí este voluntario trabajo debo ofrecérsele, lo ejecuto en desempeño de mis deberes, dedicándole a V. M. que la representa: confiado en que conociendo su elevada penetración, el espíritu que me animó a emprenderle, y el que el valor de las ofertas debe vincularse en la voluntad del que las rinda , sabrá hacer el disimulo a que es acreedora la pequeñez de ésta, y la admitirá en pago de los tributos que la debo, como precisa su admisión, para decorarla, suprimir mi ignorancia, cubrir la poquedad de la oferta, y borrar el demérito que tiene sólo con ser mía; en cuyos supuestos y atención a V. M. suplico que si bajo los mismos merece su soberano acogimiento me le dispense, y mande colocar en el archivo el ejemplar que acompaño; quedando a mi cargo, luego que le acepte, añadir al que me queda lo que crea del caso el mejor servicio de la patria, y reimpresos ofrecerle otros para el mismo y su biblioteca, dar gratis al Gobierno y generales de los ejércitos algunos, para que cerciorados de las entradas y pasos que tienen los enemigos arreglen la fuerza para evitarlas; y si a esta gracia añadiese la de mandar insertar en sus diarios esta dedicatoria, añadiré esta tan alta honra a tantas como me ha dispensado; pero si no me juzga acreedor a ella, me contentaré con que no le desagrade, por preferir este logro a cuantos pueden resultarme. Leer más
Cortes de Cádiz. Diario de las discusiones y actas de las Cortes, Volumen 21

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